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Hace unas semanas nos hemos desplazado a domicilio, a casa de una de nuestras clientas, para pintar un fresco en la pared de su cocina. Llevamos la Naturaleza a un piso en el centro de Madrid…

Nuestra clienta nos contactó a raíz de un video que vio en mi canal de Youtube y en el que aparecía pintando unas flores a mano alzada en la puerta de un armario. Nos contó que se sintió hipnotizada y que desde entonces la idea de que le pintáramos algo en su casa le rondaba por la cabeza, pero no sabía si lo hacíamos.

Finalmente, me contactó a través de WhatsApp y me envió fotos y medidas del rincón que quería customizar con un bonito fresco pintado a mano por mí. Para terminar de concretar, nos enviamos varias fotografías con ideas, y yo hice una prueba en mi Taller, para ver si le encajaba a mi clienta, y pulir algunos detalles.

Un momento de la prueba de taller.

A partir de la prueba de Taller, surgieron algunos pequeños cambios que, desde mi punto de vista, mejoraron mucho el dibujo: las hojas partirían del suelo y no del techo, serían más pequeñas, en menor cantidad, sin nervios, con un acabado “difuminado” como si fuera una acuarela, y más claras. Además, mi clienta tuvo una idea brillante: pintar un fondo primero en la pared en los tonos de sus muebles de cocina. A partir de ahí, me puse manos a la obra y me desplacé hasta su domicilio.

Creando el fondo para dar profundidad al mural.

Una vez en su casa, marqué primero con cinta de carrocero la zona a pintar, y con esponjas, trapos, rodillo y agua en spray, fui creando un fondo ensoñado y con profundidad, en tonos que recuerdan los muebles de su cocina.

Como la pintura es acrílica al agua, apenas retiré la cinta de carrocero ya estaba el fondo seco y listo para pintar las trepadoras. Luego empecé con las hojas, que estuve pintando desde las 11 hasta las 17, parando aquí y allá para tomar un snack y comer, claro está. Lo bonito de pintar en casa del cliente es que cada hogar tiene unas vibraciones especiales y únicas que, si sabes “escucharlas”, te ayudan a crear en harmonía con ese hogar.

Pero para mi, lo más emocionante suele ser la reacción de mis clientes: ven el proceso y sienten esa “magia” propia de una obra pintada a mano alzada. Donde antes había una pared lisa ahora crecen plantas o flores, como si fuera una ventana a otra dimensión. Y sienten que tienen realmente “algo de mí” en su hogar y es un enorme honor para mí.

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